Un problema de idioma

Colombia ha hecho avances para acercarse al bilingüismo, pero aún está muy atrás de otros países de la región.

  Una queja recurrente que se escucha entre el creciente número de extranjeros que no son hispanohablantes y visitan el país, es la incapacidad de comunicarse con el colombiano promedio. Acciones como darle una dirección a un taxista, ordenar de comer o pedir indicaciones en la calle se tornan complicadas ante la falta de conocimiento del idioma inglés entre la población.

Las complicaciones no se detienen ahí. Empresas de tecnología interesadas en expandir sus operaciones en el territorio nacional con el fin de ofrecer servicios afuera han debido cancelar sus planes de expansión, al constatar que conseguir profesionales bilingües es un verdadero cuello de botella. Puesto de otra manera, puede ser que hablemos el mejor español de todos, pero quedarnos en el castellano únicamente resulta costoso y más en un mundo cada vez más globalizado.
Las estadísticas disponibles confirman que estamos muy atrás, tanto en el ámbito regional como en el internacional. Los datos del censo del 2005 mostraron que apenas 4 por ciento de los mayores de diez años dominaban un idioma foráneo, una proporción muy inferior a la de México o España. Para el 2016, una clasificación elaborada por Education First nos ubicó por debajo de todos los países grandes de América Latina, apenas por encima de Guatemala o Venezuela.
Debido a esa circunstancia, el tema ha estado en la agenda de sucesivos gobiernos. Al menos desde 1999 se adoptaron lineamientos para incluir en el currículo de enseñanza la presencia de idiomas extranjeros, mientras que en el 2005 comenzó la implementación de un programa concentrado en la lengua de Shakespeare. Pero más recientemente, en el año 2014 se lanzó la estrategia Colombia bilingüe que comprende, entre otros, currículos sugeridos desde transición hasta secundaria.
Los avances son alentadores, así todavía falte un gran camino por recorrer. De acuerdo con las pruebas Saber, aplicadas a alumnos del grado 11 en los colegios oficiales, la proporción de adolescentes con un conocimiento intermedio de inglés (conocido como B1 por los especialistas en el tema), ascendió al 5,6 por ciento en el 2016.

Dicho guarismo puede parecer muy bajo, pero supera con creces el 3,2 por ciento del 2015 y el 1,3 por ciento del 2008. De mantenerse la tendencia observada, es muy probable que se llegue a la meta establecida del 8 por ciento en el 2018.

Seguir progresando es algo que requiere continuidad. El plan en marcha comprende programas de formación para 8.000 docentes, distribución de un millón de libros y la presencia de formadores nativos extranjeros, que no son otra cosa que voluntarios que acompañan a los profesores en 370 instituciones y que suman 1.470 individuos en tres años.

Sin embargo, hay obstáculos considerables. Así lo muestra un reporte reciente del Diálogo Interamericano, un tanque de pensamiento con sede en Washington, cuyas conclusiones se presentaron ayer en Bogotá.

De acuerdo con el estudio, el obstáculo más complejo es de contar con el número de maestros suficientes, debidamente capacitados. Ello exige sistemas de evaluación para identificar los vacíos, al igual que un esfuerzo para que el inglés de los profesores sea mucho mejor. El uso de academias privadas o de la tecnología puede servir para cerrar las brechas con mayor rapidez, algo que también se le puede extender a los estudiantes.

No menos complejo es concentrarse en las edades tempranas. La evidencia muestra que el aprendizaje de una lengua es más sencillo para un niño que para una persona que comienza su inmersión después de los 12 años. Por lo tanto, la política debería concentrarse en todos los eslabones de la cadena, pues las falencias se notan incluso entre los universitarios, miles de los cuales, hoy en día, se ven en la necesidad de aplazar su grado, ya que no cumplen con los requisitos exigidos en esta materia.

Debido a ello, no queda más que seguir insistiendo. Construir sobre lo ya edificado es fundamental para que el bilingüismo deje de ser el privilegio de unos pocos para convertirse en la habilidad de muchos.

Fuente:

Revista Portafolio.  Ricardo Ávila -Director de Portafolio